sábado, 18 de abril de 2020

Jaulas de Seda

Creo que esta es una de las obras más feministas y esperanzadoras que he leído, una oda a las mujeres y a la sororidad, con un mensaje importantísimo que nos hace recordar por qué luchamos y por qué no debemos sucumbir ante la gente que intenta enfrentarnos y encerrarnos.

Jaulas de Seda es la cuarta entrega de la saga Marabilia, que empezó en 2015 con Sueños de Piedra y continuó con Títeres de la Magia (2016) y Ladrones de Libertad (2017).
Publicada en 2018 por Nocturna, la obra de Iria G. Parente y Selene M. Pascual destaca por la impresionante portada de Javi Araguz y el ave que aparece en ella. Un animal que no sólo tiene importancia para algunos de los protagonistas, pues, a su manera, cada uno de los personajes de este libro es un pájaro que intenta escapar de la jaula que han construido para encerrarlo.
La sinopsis es la siguiente:
«Ivy de Dione ha sabido siempre que su destino era casarse para poder reinar y ahora, por fin, va a conocer a su prometido. Sin embargo, cuando el príncipe Fausto de Granth llega a las costas de su nuevo reino, no encuentra el lugar tranquilo que esperaba. Dione es en realidad una jaula, y sus barrotes se componen de secretos e intrigas por doquier.
Mientras tanto, Marabilia se prepara para la Cumbre, el gran acontecimiento político que reúne a los regentes de los ocho reinos y que podría cambiar las vidas de todos.
Es posible que Ivy de Dione conozca su destino. Pero también que lleve toda la vida equivocada».

Como ya he dicho en las reseñas de los libros anteriores,
cada libro de la saga cuenta una historia independiente.
Pero siempre hay referencias a las historias anteriores,
por lo que conviene leerlas por orden.

A través de las 632 páginas que tiene el libro, vamos conociendo Dione y Granth, dos reinos de Marabilia que aún no habíamos tenido la oportunidad de conocer. Dos reinos muy distintos, pero cuyos habitantes se parecen más de lo que a simple vista se puede admitir. Y es que tanto Fausto y Samira (procedentes de Granth) como Ivy y Cordelia (que han vivido toda su vida en Dione) tienen que asumir un papel que les han obligado a cumplir y con el que, sean conscientes o no, no están de acuerdo. Una jaula de oro, plata y seda de la que, a pesar de sus alas, no pueden escapar.

Jaulas de seda narra, en primera persona desde la perspectiva de los cuatro protagonistas, una historia de intrigas, reyes y palacios. Pero, como las novelas anteriores, también habla de amor propio, de superación y de enfrentarse a las adversidades. De quererse a uno mismo, de luchar por nuestros sueños. De vivir la vida que nosotros queramos vivir, no la que han elegido para nosotros.

También habla de mujeres. De mujeres fuertes e independientes que luchan por ocupar el lugar que les corresponde por derecho, aunque otros se hayan empeñado en arrebatárselo. De mujeres perdidas que necesitan encontrar su lugar. De mujeres que aprenden a luchar juntas por sus sueños y, sobre todo, que descubren que no están solas ni nunca lo han estado.
De mujeres que aprenden que juntas son más fuertes.

Si estamos juntas, no habrá jaula lo bastante grande para contenernos a todas.

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