sábado, 27 de junio de 2020

Divagando un poco sobre la distopía

Las discusiones literarias son recurrentes en algunos círculos últimamente. Siempre hay alguien haciéndose preguntas, iniciando un debate, planteándose mil y una cuestiones y dándose cuenta de que quizá haya algo que no le cuadre. Una de estas discusiones habituales es el tema de las distopías.

Y como este es mi blog y me gusta divagar, voy a dar mi opinión sobre esto, porque casualmente es uno de mis temas favoritos.


Antes de nada, esto es un artículo de opinión sobre un género literario y es muy posible que contenga spoilers de muchas distopías: Los Juegos del Hambre, El corredor del laberinto, Juntos, Delirium, Mentes poderosas, El Ocaso del Mundo, StartersLa ciudad transparente...


Un género literario es una categoría en que la se pueden clasificar y englobar obras parecidas. Centrándonos en la narrativa (atendiendo al argumento y a la historia) y pasando de lo que se consideran los "géneros mayores", el mundo literario parece haberse querido dividir en dos grupos: literatura realista y la autodenominada literatura de género. En realidad, dentro de la literatura de género parece que hemos metido todo lo que no es literatura realista, porque desde El Quijote, todo lo que no pertenece al realismo es algo extraño a la literatura española y necesita un espacio aparte. Algún día quizá os cuente por qué todo esto me hace mucha gracia y por qué alguna vez me escucharéis decir "¡El Quijote fue un chiste!".
Así, dentro de la literatura de género podemos encontrar la fantasía, la ciencia ficción y el terror. Y dentro de uno de estos preciosos grupos, el de ciencia ficción, teóricamente está la distopía. Porque el mundo de los géneros literarios está firmemente dividido en grupos y subgrupos, como si de habitaciones completamente herméticas se tratara, ignorando dos cuestiones importantísimas en el Arte: la evolución y el hibridismo.

Seguramente os han dicho alguna vez, estudiando Historia de la Literatura, que cuando se considera que en una época predominaba un movimiento literario, no significa que no se trabajase de otra forma. Y si no os lo han dicho nunca, os lo digo yo: en los siglos XVII y XVIII no sólo se escribía sobre la fugacidad de la vida, hubo mucha comicidad y humor durante el Barroco; y no todo el mundo que vivió y escribió durante el Romanticismo se quería morir. Esto es un chiste, por favor, no os lo toméis en serio.
Con los géneros narrativos sucede algo parecido: nos hemos empeñado en fijar como única posibilidad una cuestión más bien editorial y de estudio: las editoriales y los estudiosos catalogan las novelas en géneros porque de esta forma es mucho más sencillo encontrar lectores y estudiar las obras. Y nosotros nos hemos empeñado en seguir estas instrucciones como si fuéramos mulas con orejeras.
Porque igual que los movimientos culturales y literarios, los géneros no son más que esquemas que tratan de simplificar la realidad, no la realidad en sí misma. Nos hemos empeñado en estudiar los árboles tan de cerca, que nos hemos olvidado de observar el bosque en su conjunto.

Probablemente la obsesión por catalogar la distopía dentro de la literatura de ciencia ficción se deba a su consideración como literatura apocalíptica o postapocalíptica y al habitual diálogo sobre las tres distopías más famosas: 1984, Un mundo feliz y Farenheit 451. No quiero quitarle importancia a estas obras, fueron clave para el desarrollo de la literatura distópica y la literatura en general, pero ¿no creéis que va siendo hora de darle una revisión a todo esto? Esta gente lleva muerta más de medio siglo y la literatura ha evolucionado mucho en las últimas décadas.

Voy a intentar dejar de irme por las ramas y centrarme en lo importante: todo evoluciona, la literatura y los géneros literarios también, y una de las razones por las que esto sucede es porque la lengua también evoluciona. Las palabras cambian sus significados, por mucho que la RAE se empeñe en fijarlos, porque la mente humana evoluciona junto con su contexto cultural (lo que se considera connotaciones). La ciencia ficción, su concepto, puede que estuviera muy clara entonces, pero creo que hace años que muchas personas asociamos ese género literario a robots y al espacio, que hace tiempo que se quedó más con el campo de la ciencia tecnológica y se alejó de la sociología. Y el término de distopía coge la sociología y crece y se convierte en algo más que en un subgénero de la ciencia ficción.
La otra cuestión importante para explicaros por qué estoy diciendo todo esto es el hibridismo de géneros. Básicamente porque las historias que pertenecen a géneros puros son muy escasas. Un ejemplo muy claro es el caso del terror: puede tomar muchas formas, desde terror realista hasta una historia de terror con elementos fantásticos. No es un género puro porque no puede serlo, es un esquema en el que se puede introducir una historia.

Volviendo a la distopía, entendiendo por qué la considero un género ya ajeno a la ciencia ficción, es un esquema en el que podemos introducir muchas historias muy variadas. A mí me gusta decir que la distopía es coger un mundo, destrozarlo, imponer un régimen sociológico enfermizo y observar cómo se desarrolla un personaje en ese caldo de cultivo. Al menos en el tema que yo entiendo: la literatura juvenil; porque esto es un artículo de opinión en mi blog, también llamado "yo divagando sobre cosas".
Aunque a veces no se llegue a desarrollar en la novela el contexto sociopolítico, en juvenil, el género de la distopía es un esquema que implica habitualmente un futuro, normalmente más cercano que lejano, y un elemento catalizador que provoque la destrucción del mundo. Este catalizador puede ser de muchos tipos, pero normalmente provoca un cambio sociológico importante:
  • El catalizador más habitual es una guerra, por las causas que sean. Es el caso de Los Juegos del Hambre, en la que, aunque no nos explican qué sucede antes de que Panem exista, sí que se insinúa que hubo una guerra que acabó con un porcentaje alarmante de la población. En El Ocaso del Mundo, aunque no sea habitual encontrar distopías hibridadas con fantasía, el catalizador también es una guerra.
  • También puede haber un virus que acabe el mundo conocido. El corredor del laberinto es la distopía que se me ocurre como ejemplo: un virus ha provocado que una gran cantidad de gente enloquezca y muera (el Destello), y todo lo que sucede en las novelas está enfocado a encontrar una cura, aunque sea con métodos muy poco ortodoxos y una moralidad tremendamente dudosa.
  • El catalizador también puede deberse a un cambio de mentalidad en los seres humanos. Por ejemplo, en Delirium, el ser humano empieza a considerar que el amor es una enfermedad con la que hay que acabar: una operación en el cerebro puede anular ese sentimiento. Sobre el amor también habla Juntos, en el que aunque no se pueda erradicar ese sentimiento, es una lacra, y el emparejamiento debe producirse por genética y estabilidad social. Hay muchas historias en las que este cambio social consiste en una imposición de la belleza y la imagen sobre todo lo demás, como en Odio el Rosa o Starters (en este caso también hubo una guerra). Un caso muy curioso es el de La ciudad transparente, en la que este cambio de mentalidad se produce respecto a las redes sociales y la privacidad.
  • Un cambio en la vida tal y como se conoce. De repente, algo sucede que provoca que todo cambie: un apagón o una sequía (este último caso es el de Sed), o algo más cercano a la fantasía científica como en Mentes poderosas: un agente externo que provoca una mutación en parte de la población, despertando el terror y haciendo que la sociedad haga algo horrible que en otras circunstancias no haría: encerrar y maltratar (y matar) a los niños en campos de concentración.
Esto ha quedado ya un poco largo, pero espero que haya resultado interesante. Quizá haya gente a la que le guste leer o escuchar mis divagaciones y el yo quejándome sobre cosas. Habrá gente a la que no, claro.
Repito que esto es un artículo de opinión, con mis conocimientos sobre lengua, literatura y géneros, argumentando mis palabras y enfocado principalmente a mi campo de estudio: la literatura juvenil.

Si discrepas, estaré encantada de discutir sobre este tema contigo, siempre que lo hagas de forma civilizada y respetuosa. ¡Gracias!