viernes, 9 de febrero de 2018

Las hijas de Tara

Tengo sentimientos encontrados con Laura Gallego. Hay obras suyas que me han fascinado, pero siempre encuentro alguna historia que me hace perder la confianza en ella y vuelvo para atrás. Es una especie de círculo vicioso.

Quiero destacar desde el primer momento que este libro no me ha gustado. Esta reseña se me va a hacer complicada.

Las hijas de Tara es una obra de Laura Gallego García publicada por primera vez en 2002 por Gran Angular, el sello de literatura juvenil de SM. Se trata de una edición rústica que cuenta con 268 páginas. A pesar de tener tantas páginas, el libro está dividido en tan solo 14 capítulos y un prólogo, por lo que los capítulos, quizás, se hagan demasiado largos.
La sinopsis es la siguiente:
«El mundo natural de Mannawinard lleva mucho tiempo enfrentado al mundo tecnológico de las dumas. Cinco humanos de diferentes orígenes y un androide tienen la solución; pero antes deberán encontrarse y emprender juntos un viaje lleno de peligros donde mercenarios, mutantes y robots destructivos intentarán acabar con sus vidas».

Escrita en tercera persona, la historia narra la travesía de este peculiar grupo, que se mueve por ese mundo en ruinas mientras se van encontrando unos a otros. Se trata de personajes de diferentes orígenes, la mayor parte jóvenes, por lo que la narración se focaliza en más de un personaje.
Hasta ahí todo bien: personajes distintos, focalización variada, tercera persona narrativa... El argumento tampoco está mal. No deja de ser una aventura, con su viaje, sus problemas, la evolución de los personajes... Aunque aquí haya cosas que me chirrían, el problema le tengo fundamentalmente en el contexto.
Se trata de una obra que se ha calificado como ciencia ficción, aunque yo lo calificaría más concretamente como distopía. Existen ciertos elementos de fantasía, pero de momento voy a pasarlos por alto y me voy a centrar en el tema distópico. Según el contexto, siglos antes de que ocurriera esta historia, la Diosa Madre - Tara -, enferma, se revela ante el ser humano de la era tecnológica haciendo brotar Mannawinard, un bosque que crece de forma agresiva, a una velocidad potencialmente peligrosa. Este bosque destruye prácticamente todo lo que había sobre el planeta, y el mundo tecnológico se defiende de Ella creando unas ciudades conocidas como dumas. Desde entonces, ambas partes están en guerra.
El problema es que el contexto se limita a eso. No nos dan más datos de lo que ocurrió, ni se trabaja sobre el tema. Se hacen menciones indirectas, y a las que a menudo no podemos acceder. Hubiera sido interesante conocer cómo se desarrollaron las sociedades que viven en Mannawinard, o cómo se han desarrollado las dumas y su tecnología punta.
Podríamos haber tenido muchísima información interesante si hubiera jugado con el tema distópico, pero al final se trata de una historia de fantasía. Tiene más importancia el elemento fantástico que el tecnológico, y en ningún momento sientes que estás leyendo una obra distópica. Yo me he sentido como si ese mundo en ruinas, ese contexto histórico, no fuera más que una excusa para contar una historia de fantasía.

Es posible que esta obra me haya defraudado porque me esperaba otra cosa, y no sé bien si este problema procede de la autora o si es más bien comercial. Quizá, si en vez de venderme una historia de ciencia ficción me hubieran vendido una historia de fantasía, mi impresión hubiera sido distinta.

Considero que no he destripado el argumento, así que es una historia que, si os la planteaseis desde la fantasía, podríais disfrutarla más que yo. A fin de cuentas, trata un tema que a mí me resulta muy importante, y sí que me interesa que ese mensaje vaya calando en la sociedad.

viernes, 2 de febrero de 2018

Sueños de Piedra

Actualmente hay una nueva generación de autoras dentro del ámbito de la literatura juvenil que está rompiendo moldes. No sólo por su juventud y su éxito, o por tratar temas tan necesarios e importantes en este momento, sino sobre todo por su perfección literaria.

Con Sueños de Piedra, Iria G. Parente y Selene M. Pascual inician la saga fantástica Marabilia, formada por historias independientes que transcurren en el continente de Marabilia, donde existen los fuegos fatuos, la mantícoras y demás seres fantásticos, pero donde también existen los seres humanos, con sus problemas, sus ambiciones y, sobre todo, con sus sueños. Publicada en 2015 bajo el sello de Literatura Mágica de Nocturna (otra editorial preciosa de la que aún no había reseñado nada), consta de 573 páginas, tan amenas que apenas te das cuenta de que las estás devorando.

La sinopsis de la historia ya da a entender por qué han roto moldes y han reinventado la fantasía:
«Érase una vez un reino muy, muy lejano donde un príncipe premió a un mago por ayudar a rescatar a una joven en apuros.
Encantador. Lástima que nada de esto sea verdad.
En realidad, el príncipe sueña con gloria y venganza; el mago, con que sus hechizos no sean siempre un desastre y la joven en apuros, con huir de un pasado que la atormenta... y del recuerdo del hombre al que ha matado.
Érase una vez...».

Escrita en primera persona desde dos perspectivas diferentes, la narración te va adentrando en el fantástico continente de Marabilia. Se trata de una novela de aventuras, aunque la aventura más importante es la que sucede en el interior de los personajes: de cómo van madurando, de cómo empiezan a creer en sí mismos, y de cómo aprenden a quererse.
En realidad no es sólo una historia de aventuras, es también una historia de superación y de amor. En ella, se tratan temas tan importantes como la depresión, las relaciones saludables y el feminismo. Y se tratan de una forma tan limpia y perfecta que aprendes sin darte cuenta.
Con esta historia —e intuyo que con todos sus libros—, Iria G. Parente y Selene M. Pascual le dan una vuelta a los cuentos, dándonos una lección tan importante como la vida misma.

Tampoco puedo decir más sobre la historia, no quiero estropear la magia.

A las autoras:
Gracias. De corazón. Por una historia tan mágica, por un estilo tan cuidado, y también por ayudar con vuestras palabras a entender y a empezar a superar esos problemas a los que nos enfrentamos tantísimas personas cada día. Por mostrarnos ese rayito de esperanza, y por encauzarnos por el camino de la superación.
Gracias.