sábado, 18 de enero de 2020

Mentes poderosas

He tenido que leer esta historia dos veces hasta atreverme a hacer una reseña sobre ella. Quizá porque la primera vez no me pilló en un buen momento, o quizá porque me siento tan identificada con algunas cosas que me ha costado sacarlo.

Mentes poderosas es una trilogía escrita por la escritora estadounidense Alexandra Braken. Publicada originalmente entre 2012 y 2014, fue traída a España por RBA entre 2013 y 2015, traducida por Isabel Murillo (primer tomo) y Manuel Manzano (segundo y tercer tomo). Las portadas que aparecen en la imagen son de la reedición de 2018, a raíz de la adaptación cinematográfica del primer tomo y del lanzamiento del cuarto libro, pues la trilogía ha pasado a ser una pentalogía (aunque en esta reseña únicamente quiero hablar de la trilogía original). Además, las nuevas ediciones vienen con unos relatos protagonizados por diferentes personajes de la historia, traducidos por Montse Triviño.
Hay que destacar que los títulos de la trilogía forman una frase, tanto en la versión inglesa como en la española, si bien la inglesa me parece que tiene otro sentido que la española. Por tanto, el título de la trilogía realmente es Mentes poderosas nunca olvidan una luz incierta y, en inglés, The darkest minds never fade in the afterlight que, haciendo una traducción muy a mi manera, yo traduciría como 'Las mentes más oscuras no se desvanecen en la luz del crepúsculo', y que creo que hace alusión a la forma en la que uno de los personajes se imagina el futuro.

Con 1659 páginas en total (543+542+574) y una historia muy absorbente, la sinopsis del primer tomo es la siguiente:
«Ruby tiene dieciséis años. Es peligrosa. Y está viva. Por ahora.
Una misteriosa enfermedad ha acabado con las vidas de la mayoría de niños del país. Ruby ha sobrevivido, pero ella y muchos más deberán enfrentarse a algo mucho peor que un virus: unas terroríficas habilidades que no son capaces de controlar. Ruby es enviada a Thurmond, un brutal campo de rehabilitación donde aprende a temer y a reprimir su nuevo poder. Pero ¿y si saber controlarlo es la única opción de supervivencia de toda una generación?».

Narrada en primera persona por Ruby, la obra se adentra en un mundo distópico en el que surge una nueva enfermedad, la ENIAA (enfermedad ideopática aguda en adolescentes), que provoca la muerte de la mayor parte de los niños y la mutación de aquellos que sobrevivieron: de pronto, son capaces de hacer cosas extraordinarias con la mente, como mover objetos o controlar la electricidad. Y ante esta nueva realidad, el Gobierno decide internar a estos jóvenes (llamados psi) en centros de rehabilitación hasta que se encuentre la forma de arreglar el problema, cazando incluso a los fugitivos que consiguieron huir de los internamientos.
Y a pesar de esta trepidante historia de persecuciones y luchas, a mí lo que realmente me ha importado es el desarrollo de la protagonista. Porque, incluso en las escenas de acción, lo más interesante seguía siendo lo que sucedía dentro de su cabeza: cómo se siente ante sus nuevos poderes, cómo le afecta lo que sucede a su alrededor, el dolor que le provoca todo lo que tiene que hacer para sobrevivir...
Ruby no es una heroína. Nunca pidió serlo y nunca lo fue. El retrato que hace Alexandra Bracken no es el retrato de una heroína, sino el de una chica asustada y desesperada, una persona que ha perdido demasiadas cosas y sabe que tiene una habilidad que puede ayudarla a proteger a los demás. También es una chica que se siente en deuda, que necesita un perdón que sólo puede darse ella misma, que se cree con la obligación de cuidar de los que la rodean. Que piensa que está sola sosteniendo un mundo entero sobre sus hombros.
Pero Ruby también se equivoca. No toma las mejores decisiones del mundo, hace cosas que hacen daño a los demás y a veces no se comporta como debería. Y eso es lo que la convierte en un personaje redondo: porque Ruby es humana, y los humanos cometemos errores.

Ruby sólo es una persona desesperada con un trastorno de ansiedad. Alguien con quien me siento muy identificada. La razón por la que esta historia se me ha metido tan hondo que me ha costado dos lecturas comprender qué es lo que sentía.

sábado, 4 de enero de 2020

Crónicas del Mar I: Venganza

Este libro me llamó por su portada y la idea de la aventura pirata, pero me enamoró por sus personajes y por su mensaje más importante:

No existe hombre con fuerza suficiente como para someterte a sus deseos,
pero sí lo bastante necio como creer que puede.

Venganza es la primera parte de una bilogía de ambientación pirata titulada Crónicas del Mar, escrita por Andrea D. Morales y publicada en 2019 por uno de mis nuevos descubrimientos: Ediciones Freya. Se trata de una absorbente y emocionante historia de aventuras marítimas, con tintes de fantasía y de ficción histórica. Una historia en la que, a pesar de ser conscientes de que no son las mejores personas del mundo, aprendes a querer a casi todos los personajes como si fueran parte de tu familia.

Con 414 páginas y una llamativa cubierta por parte de Eicinic, además de unos preciosos detalles interiores, la sinopsis de la obra es la siguiente:
«El código pirata castiga con la muerte a aquel marinero que ha cometido un acto de deslealtad. Taryn es una traidora a ojos del mundo, por lo que se ve obligada a huir de todo lo que conoce, y a refugiarse en la Isla Latrones, para vivir en el anonimato y convertirse en una persona completamente diferente. Cuando el pasado vuelve en su busca después de una larga espera, debe asumir su deshonrosa reputación para hacer justicia y conseguir el perdón que tanto necesita.
Para ella, no poder navegar es sinónimo de muerte en vida, pero enfrentarse a sus actos tampoco es fácil. Menos aún si estos desencadenan su peor pesadilla.
Un mítico tesoro, un sueño de juventud, una venganza personal y treinta y un días para llegar a una isla evanescente marcarán el rumbo de su navío para demostrar que es una verdadera pirata».

Narrada en primera persona por nuestra protagonista, Taryn, la historia transcurre en el océano y en los treinta y un días que tarda la tripulación en alcanzar la isla evanescente que se menciona en la sinopsis. Treinta y un días en los que Trayn aprenderá mucho más de sí misma de lo que ella cree en un principio, como que el perdón que más necesita es el suyo propio y que existe un grupo de personas a las que puede llamar familia.
El mundo construido por Andrea, a pesar de los tintes de ficción histórica, es un mundo de fantasía en el que existen las islas mágicas y los monstruos marinos, pero, como ya estamos acostumbrados en estas historias, de nuevo el peor monstruo con el que nos encontramos es un ser humano.

Como ya he adelantado, llegué a este libro por los piratas, un tema del que no creo que me canse nunca, pero me quedé en ella por los personajes. Unos personajes con sus defectos, sus miedos y sus pesadillas. Porque ni Taryn, ni Tharses, ni Xenia, ni siquiera el pequeño Jim, son perfectos, y eso los hace más humanos y los convierte en gente que se te mete muy dentro y a los que no puedes echar por más esfuerzos que hagas.