sábado, 25 de abril de 2020

Los Juegos del Hambre

Siempre recurro a estos libros cuando me encuentro mal, cuando la vida ahí fuera es demasiado complicada o frustrante para prestarle atención. Ya he perdido la cuenta de las veces que los he releído, pero sé que siempre tardo menos de una semana en leerme los tres.

Los Juegos del Hambre es la exitosa trilogía escrita por Suzanne Collins, que fue llevada al cine por Gary Ross (la primera) y Francis Lawrence (las otras tres), y protagonizadas por Jennifer Lawrence y Josh Hutcherson.
La trilogía de novelas está compuesta por Los Juegos del Hambre (2008), En llamas (2009) y Sinsajo (2010), originalmente The Hunger Games, Catching Fire y Mockingjay. Fueron traducidas las tres por Pilar Ramírez Telló y publicadas en España por RBA.

Si, a pesar de todo, seguís sin conocer el argumento de la saga, la sinopsis del primer libro es la siguiente:
«El mundo estará observando.
Ganar significa fama y riqueza. Perder significa una muerte segura.
En una oscura versión del futuro próximo, doce chicos y doce chicas se ven obligados a participar en un reality show llamado Los juegos del hambre. Solo hay una regla: matar o morir.
Cuando Katniss Everdeen, una joven de dieciséis años, se presenta voluntaria para ocupar el lugar de su hermana en los juegos, lo entiende como una condena a muerte. Sin embargo, Katniss ya ha visto la muerte de cerca; y la supervivencia forma parte de su naturaleza.
¡Que empiecen los septuagésimos cuartos Juegos del Hambre!».

La trilogía completa son 1225 páginas (396+407+422) que, por la intensidad de la narración, por el juego de tensión y ritmo que utiliza Suzanne Collins, resultan adictivas. La historia, página a página, se convierte en una obsesión de la que es imposible salir hasta que llegas a la última página de la historia. E, incluso, después.

Narradas en primera persona desde la perspectiva de Katniss, estas novelas marcaron un antes y un después en la historia de la distopía juvenil: sagas como Juntos (2010), Delirium (2011), Divergente (2011) o El corredor del laberinto (2009) surgieron después. No quiero decir que antes de Los Juegos del Hambre no se escribiese y publicase este género, hablo de modas. El mercado se rige por modas, el de la literatura también. Y es que, entre 2010 y 2015, el mercado de la literatura juvenil se llenó de distopías.
Echo de menos esos años en los que siempre había una nueva novela distópica que leer, una nueva aventura. El mercado se colapsa, las novedades son efímeras, pero no me costaba tanto encontrar distopías entretenidas como ahora.
Me gustan las distopías, creo que eso no es un dato nuevo para vosotros.

Como cualquier obra, responde a su época. Y, por aquel entonces, otra de las modas era la narración en primera persona. Hay muy pocas distopías de entonces que no estuvieran narradas en primera persona (una excepción, El corredor del laberinto). La primera persona permite ese juego directo de entrar en la cabeza de los protagonistas, una de las razones por las que las adaptaciones cinematográficas pueden o no funcionar (como es el caso de Mentes poderosas (seamos conscientes también de que esta película se estrenó en 2018, el auge había pasado, era muy difícil que funcionara)) o ser complicadas (la primera película de Los Juegos del Hambre tiene una narración muy extraña). No entiendo de cine ni de adaptaciones, por lo que no me extenderé en el tema, pero el personaje de Katniss Everdeen siempre me pareció mucho más complejo de lo que pude ver en el cine.

Katniss se ve obligada a entrar en una arena donde tiene que ver morir a la gente que la ha acompañado hasta allí, que tiene que decidir entre matar y salvarse. Y es consciente de que su familia puede ver a través de las cámaras lo que le está sucediendo: no puede dejarse, no puede derrumbarse, tiene que seguir adelante. Eso es algo que acaba pasando factura a la mente de una persona, y la autora consigue transmitirlo bastante bien.
El personaje va enloqueciendo poco a poco y, a través de la primera persona, vas sintiendo cómo Katniss va perdiendo la cabeza. Y, junto a ella, tú comienzas a obsesionarte, a caer en las redes de la narración, y la lectura se vuelve adictiva.

Sin extenderme demasiado, para no hablar de más de la saga y no desvelar nada del segundo y el tercer libro a quien no conozca de qué va, Los Juegos del Hambre no es sólo una historia de una adolescente con problemas, ni una "copia barata" de Battle Royal (lo he escuchado alguna vez, hay que aprender a distinguir entre copia, inspiración y guiños), sino que habla de política, de derechos humanos, de tiranía, de dictaduras, de hambre, de guerra... En resumen, de seres humanos.
En palabras de uno de los personajes: «Somos seres inconstantes y estúpidos con mala memoria y un don para la autodestrucción».

No pretendía hacer una disertación sobre distopías, modas y mercado literario, pero supongo que no es posible hablar de Los Juegos del Hambre sin mencionar la importancia que tuvo en la historia de la literatura. También, supongo, se deba a la deformación profesional.

Nota final: Es un poco raro que haya decidido reseñar esta obra justo cuando se ha anunciado la publicación de la precuela, pero os prometo que no ha sido premeditado. Aun así, me toca hablar de ese tema: hace unos meses se anunció una nueva obra ambientada en este mundo, Balada de pájaros cantores y serpientes, que será publicada por RBA el 19 de mayo. Hace unos días también se anunció que esta precuela tendrá película, dirigida por Francis Lawrence.
Por lo que se sabe de la sinopsis, la obra tendrá como protagonista al presidente Snow antes de todo, cuanto tan solo tenía 18 años. Por tanto, dudo mucho que nos encontremos personajes conocidos, la narración será distinta (tercera persona, por lo que puedo ver del primer capítulo) y aparecerá 10 años después de que Collins pusiera fin a la trilogía.
La verdad, no sé qué esperar de esta novela, pero me tiene intrigada.

sábado, 18 de abril de 2020

Jaulas de Seda

Creo que esta es una de las obras más feministas y esperanzadoras que he leído, una oda a las mujeres y a la sororidad, con un mensaje importantísimo que nos hace recordar por qué luchamos y por qué no debemos sucumbir ante la gente que intenta enfrentarnos y encerrarnos.

Jaulas de Seda es la cuarta entrega de la saga Marabilia, que empezó en 2015 con Sueños de Piedra y continuó con Títeres de la Magia (2016) y Ladrones de Libertad (2017).
Publicada en 2018 por Nocturna, la obra de Iria G. Parente y Selene M. Pascual destaca por la impresionante portada de Javi Araguz y el ave que aparece en ella. Un animal que no sólo tiene importancia para algunos de los protagonistas, pues, a su manera, cada uno de los personajes de este libro es un pájaro que intenta escapar de la jaula que han construido para encerrarlo.
La sinopsis es la siguiente:
«Ivy de Dione ha sabido siempre que su destino era casarse para poder reinar y ahora, por fin, va a conocer a su prometido. Sin embargo, cuando el príncipe Fausto de Granth llega a las costas de su nuevo reino, no encuentra el lugar tranquilo que esperaba. Dione es en realidad una jaula, y sus barrotes se componen de secretos e intrigas por doquier.
Mientras tanto, Marabilia se prepara para la Cumbre, el gran acontecimiento político que reúne a los regentes de los ocho reinos y que podría cambiar las vidas de todos.
Es posible que Ivy de Dione conozca su destino. Pero también que lleve toda la vida equivocada».

Como ya he dicho en las reseñas de los libros anteriores,
cada libro de la saga cuenta una historia independiente.
Pero siempre hay referencias a las historias anteriores,
por lo que conviene leerlas por orden.

A través de las 632 páginas que tiene el libro, vamos conociendo Dione y Granth, dos reinos de Marabilia que aún no habíamos tenido la oportunidad de conocer. Dos reinos muy distintos, pero cuyos habitantes se parecen más de lo que a simple vista se puede admitir. Y es que tanto Fausto y Samira (procedentes de Granth) como Ivy y Cordelia (que han vivido toda su vida en Dione) tienen que asumir un papel que les han obligado a cumplir y con el que, sean conscientes o no, no están de acuerdo. Una jaula de oro, plata y seda de la que, a pesar de sus alas, no pueden escapar.

Jaulas de seda narra, en primera persona desde la perspectiva de los cuatro protagonistas, una historia de intrigas, reyes y palacios. Pero, como las novelas anteriores, también habla de amor propio, de superación y de enfrentarse a las adversidades. De quererse a uno mismo, de luchar por nuestros sueños. De vivir la vida que nosotros queramos vivir, no la que han elegido para nosotros.

También habla de mujeres. De mujeres fuertes e independientes que luchan por ocupar el lugar que les corresponde por derecho, aunque otros se hayan empeñado en arrebatárselo. De mujeres perdidas que necesitan encontrar su lugar. De mujeres que aprenden a luchar juntas por sus sueños y, sobre todo, que descubren que no están solas ni nunca lo han estado.
De mujeres que aprenden que juntas son más fuertes.

Si estamos juntas, no habrá jaula lo bastante grande para contenernos a todas.

sábado, 4 de abril de 2020

Hasta el fin del mundo

Creo que ya he comentado más veces que no suelo leer romántica, pero hay momentos que, como en estos días inciertos, necesito una lectura fácil, suave y dulce. Que una lectura sea fácil, suave y dulce no hace que sea peor ni una pérdida de tiempo, ni mucho menos. Y es que por muy absurda que fuera la historia, ha conseguido engancharme y hacerme olvidar el mundo durante unos días. Algo que, últimamente, no es nada fácil.

Bajo el pseudónimo de Amy Lab se esconden Ana Alejandro Moreno y María Cereijo Arnáez, dos autoras españolas que guardan tras de sí otros dos títulos: Nunca digas nunca (2012) y Pero a tu lado (2013). Hasta el fin del mundo es su última novela, publicada en 2016 por el sello Alfaguara.

Las tres son historias contemporáneas cargadas de suspense, amor y clichés: un misterio que resolver y un chico extraño que se va metiendo en la vida y el corazón de la protagonista. Y no creo que sea la única persona a la que estas historias le dan paz y le sacan unas cuantas carcajadas.
La sinopsis que aparece en la contraportada de este libro es la siguiente:
«Todos escondemos algo..., pero algunos secretos nunca deberían desvelarse...
Perdida. Así es como se siente Mat tras el accidente que ha trastocado su vida. Cuando piensa que ya nada puede ir a peor, sale a la luz un inquietante misterio que rodea a su familia. Para llegar a la verdad y animarse a seguir adelante, necesitará la ayuda de Áxel, un carismático desconocido del que tal vez no deba fiarse.
¿Conseguirá descifrar todos los enigmas del pasado?».

Pero en la solapa interior tenemos otra que nos aclara un poco más qué es lo que está pasando:
«Mat está empezando su primer curso en la universidad cuando ve cómo su vida se derrumba por un trágico accidente. Por si esto fuera poco, la policía descubre algo que la afecta de un modo imprevisible: un vínculo entre su familia y una investigación policial en Suecia de hace casi veinte años.
La irrupción de Áxel, un periodista joven y emprendedor que decide ayudarla a investigar, será un soplo de optimismo y aire fresco.
Aunque, a veces, es peor obtener respuestas que seguir viviendo con las preguntas».

La premisa con la que se inicia la historia es que la vida de Mat ha sido trastocada por un accidente, un accidente que ha acabado con la vida de su padre y mantiene a su madre postrada en la cama de un hospital, en coma. Esto no es spoiler porque el libro empieza, literalmente, con el entierro del padre. Y desde ese día, Mat empieza a ver a un chico en todas partes: en el cementerio, en el hospital...; un periodista interesado en contar la historia del trágico accidente.
Obviamente, la historia empieza a complicarse para entrelazar las vidas de estos dos personajes, y esta complicación surge cuando la policía aparece en casa de Mat por una coincidencia del ADN de su padre con una investigación policial en Suecia: Áxel, el periodista inquieto, necesita saber qué se esconde detrás de esa investigación; Mat, la hija llena de preguntas, necesita encontrar las respuestas que su padre ya no le dará y su madre no está en condiciones de responder.

Como ya he dicho, la historia, narrada en tercera persona desde la perspectiva de Mat, está cargada de tropos comunes y clichés. Las situaciones son predecibles, los personajes algo planos y las conversaciones artificiales. Quizá no sea el mejor libro que he leído, lo sé, pero no podía soltarlo. He devorado sus 322 páginas en dos días y eso no es algo que consiga cualquier libro. No llegué a él con demasiadas expectativas, tan sólo quería olvidarme un rato del mundo, pero gané algo más que eso: los clásicos no es mi novia, es mi hermana y sólo hay una cama. Tropos que me hacen estallar en carcajadas por lo predecibles que son.

Sí, a excepción de un par de cosas, sabía perfectamente todo lo que iba a suceder, cómo iba a hacerlo y qué es lo que acabaría pasando. Pero a veces esas historias son necesarias para abandonar el mundo, para reírnos un rato y para sentirnos en paz durante unas horas. No todo van a ser personajes complejos, historias enrevesadas y nudos complicadísimos, hay tiempo para todo.